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    5 Sep '14

    Los arquitectos Larraz, Beguiristain y Bergera reciben el Premio Chicago Athenaeum 2014

    Autores de la Escuela Infantil de Berriozar, primera obra construida en Navarra que recibe este prestigioso galardón, uno de los más importantes del mundo

    La Escuela Infantil Municipal de Berriozar, obra de los arquitectos navarros Javier Larraz, Iñigo Beguiristain e Iñaki Bergera, acaba de recibir el "Chicago Athenaeum International Architecture Award 2014", uno de los premios de arquitectura más importantes del mundo, que, por primera vez, recae en un obra realizada en Navarra.

    El proyecto fue seleccionado por un jurado internacional reunido recientemente en Nueva York, en representación del Chicago Athenaeum y del European Centre for Architecture Art Design and Urban Studies (Centro Europeo de Arquitectura, Arte, Diseño y Estudios Urbanísticos).

    La Escuela Infantil de Berriozar ya fue reconocida el pasado año con el Premio COAVN de Arquitectura, otorgado por el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, y como finalista de los Premios FAD.

    Los proyectos seleccionados serán expuestos en diferentes ciudades de Europa y América dentro de la muestra itinerante The City and the World, que iniciará su recorrido el próximo mes de octubre en la Bienal de Diseño de Estambul y finalizará en 2015 en la Bienal de Arquitectura de Chicago.

    La Escuela Infantil de Berriozar se desarrolla según un modelo heredado de las escuelas municipales italianas de Reggio Emilia, en el que las estancias infantiles se articulan principalmente en torno a una "plaza" central que sirve como lugar de encuentro e interacción y como espacio para el desarrollo de las actividades comunes de la escuela.

    Teniendo en cuenta la proporción marcadamente longitudinal de la parcela, se decidió situar la plaza en una posición central y disponer sendos patios en los extremos. De este modo, las aulas y sus dependencias anexas ocupan una posición intermedia, directamente conectadas tanto con la plaza central -iluminada y entendida como un espacio exterior- como con los patios de juegos, tratados como una prolongación física y visual de los espacios interiores.

    Esta distribución de la planta obligaba a intervenir en la cubierta para iluminar y ventilar naturalmente todas las estancias. La potente y audaz geometría de estos lucernarios, que surgen en función de la actividad que se desarrolla en planta, se convierte en una de las señas de identidad del proyecto. La construcción se organiza a partir de una modulada estructura de hormigón armado que cualifica y define tanto el espacio interior como la forma en la que la luz incide en el mismo.

    Una celosía de color envuelve exteriormente el edificio y los patios de juego, matizando y enriqueciendo la relación entre la calle y los espacios interiores. Frente a este despliegue cromático exterior vinculado al carácter infantil y lúdico del edificio, el interior ofrece una atmósfera serena y neutra gracias a la homogénea y generosa iluminación cenital natural.

    El arquitecto navarro Francisco Mangado ya recibió este premio en los años 2011 y 2012, por los auditorios de Ávila y Teulada, respectivamente.
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