×

Productos

    Abrir menu
    Novedad
    12 Ene '11

    Refresco garantizado con la nueva Zona Drinking de Dornbracht

    Porque estamos hechos para ella: el agua potable

    En EE.UU. hay algo que se sobreentiende: ir a la "drinking fountain", a la fuente de agua pública accesible para todos. Uno se inclina hacia delante, aprieta la palanca, y surge un chorro del largo de un dedo pulgar desde una fuente moldeada en metal. En todo edificio de escuela o institución pública cuentan con este tipo de fuentes. Y son usadas asiduamente. Sólo una cosa se debe evitar en lo posible, para ser exactos, dos cosas: tocar el grifo de la fuente con la mano o la boca. Esto no le hace gracia ni al más afable de los americanos. Finalmente, se trata de la higiene.

    En lo que se refiere a los refrescos, los Estados Unidos siguen siendo los más avanzados. Ya en los años 50 estas bebidas se servían frías, y era claro para cualquier persona que viviera entre Maine y Arizona que la nevera constituía el lugar natural para obtener hielo y agua potable. No es de extrañar que los aficionados a las bebidas frescas también garanticen que las oficinas cuenten con dispensadores de agua filtrada. El wellness puede ser algo tan sencillo.

    El agua corriente que fluye de la cañería es probablemente uno de los más importantes logros de la civilización. Tras pasar por cientos de kilómetros, los acueductos llevaban el líquido desde las montañas albanesas a Roma, el corazón de la metrópoli mundial. No sólo pan y circo, sino también las fuentes públicas y las de agua potable mantenían al pueblo de buen ánimo. De esto se acordaron los príncipes del Renacimiento y los Papas, quienes hicieron erigir magníficas fuentes exteriores, pero nunca olvidaban lo unidos que estaban el esparcimiento y la necesidad con los juegos acuáticos y los lugares donde calmar la sed. El alfa y el omega seguían siendo el libre acceso al agua potable, distribuida ya por medio de antiguas cañerías hacia numerosas fuentes y pilas de los diferentes barrios.

    El agua es sagrada. Quizás sea así porque instintivamente reconocemos que nosotros mismos estamos constituidos por dos terceras partes de esta vital amalgama de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Durante 80 años pasan por nuestro cuerpo, aproximadamente, 50.000 litros.

    El agua es el elemento más valioso de la actualidad y la historia. Se sublima y disfruta, se bebe y se utiliza, pero también se contamina y, en un interminable ciclo de evaporación y lluvia, se vuelve a crear como materia suave que cae del cielo, antes de que sea absorbida por el suelo o se evapore de nuevo. "El principio de todas las cosas es el agua", así citaba Goethe al filósofo de la antigüedad, Tales: "Todo surge del agua y retorna al agua". Sin embargo, la regulación alemana del agua potable no requiere tanta poesía. En ella se reglamente que el agua apta para el consumo humano ha de cumplir los criterios siguientes: tener sabor neutro y ser fría, incolora y contener minerales disueltos; además, tiene que estar libre de agentes patógenos y no debe ser insalubre.

    Lo que suena trivial, es un problema en la mayoría de los países. Tomar una botella de agua PET evita caminar hacia una fuente que está contaminada, contiene exceso de fertilizantes o es simplemente antihigiénica. Pero existe una magia inherente que emociona a cada excursionista cuando está frente a un manantial. Los lugares naturales donde el agua brota siempre han tenido algo sobrenatural. Las piedras bautismales, las capillas de grutas elevan el significado de este elemento. Hacen evidente algo: aquí está el principio, el núcleo, el centro de la comunidad. Tan sólo con el paso de los siglos la fuente común y el grifo público de la plaza pasaron a ser recintos cerrados y el agua brotó en medio de ollas, sartenes y cacerolas. A la cocina se unió el fregadero. Y, más tarde, la nevera, de la cual los americanos sacan el hielo tan naturalmente como si fuera un grifo de las montañas. Se ha recorrido un camino conmovedor desde el torrente de agua hasta alcanzar la técnica moderna que abarca por completo todo lo necesario para la vida.

    El hecho de refrescarse no es una cuestión de lugar sino de actitud. El agua es un recurso esencial para nuestra vida. En Europa Central, la calidad del agua potable supera en muchos lugares el agua mineral. El líquido refrescante que sale del grifo es un ejemplo de cómo se cuidan realmente los recursos: no hay botellas de plástico, ningún peso, ninguna logística. Los americanos llaman a esto "convenience".

    Sieger Design ha creado para Dornbracht el manantial del siglo XXI: elegante y discreto, práctico y natural. La llamada Zona Drinking no tiene que estar colocada necesariamente en la cocina, puesto que, gracias a su reducción formal, puede encontrar también su lugar en la sala de estar: a un lavabo pequeño corresponde una grifería pequeña. Nada debe interrumpir el acto de tomar agua, nade debe molestar este acto tan natural.

    Si el cuarto de baño es el lugar que posibilita el viaje hacia nosotros mismos, entonces, la cocina es el lugar en el que la comunidad crece. Alrededor del fuego y alrededor de la fuente. Así se construyó siempre. La fuente serena se convierte en el centro natural, en el lugar que une. El agua es equivalente a civilización. Desde siempre. Se mantiene inaccesible y hermosa, refrescante y misteriosa, viva y vital.

    VIDEOS

    ×
    Filtros
    Visualizar en modo Cuadrícula Visualizar en modo Listado
    anterior
    página de
    siguiente
    Las cookies nos permiten ofrecer nuestros servicios de forma más rápida y personalizada. Al acceder y continuar navegando en esta web acepta el uso de cookies. Para más información, lea nuestra Política de cookies
    Aceptar
    X

    Suscríbete!

    56.000 usuarios

    ya reciben toda la actualidad de la
    Arquitectura, Ingeniería y Construcción

    SUSCRÍBETE