Lejano queda ya aquel 1902, año en el que se inauguró el Museo de San Telmo, y es que tras más de cien años mostrando el valor de la historia quiere renacer con más fuerza que nunca y ello pasa por la modernización, por acercarse al nuevo siglo y por un profundo cambio que va desde su definición como museo, sus objetivos y una remodelación estética para convertirlo en una pieza arquitectónica de renombre que resalte la monumentalidad del edificio.
La intervención arquitectónica tiene como objeto no sólo mejorar el Museo San Telmo sino crear un conjunto que respondiera a la nueva visión del Museo, recuperar el edificio como referente histórico de la ciudad, mejorar la exposición y los servicios del Museo. La obra debía de hacer frente al deterioro del edificio y solucionar los problemas de accesibilidad del edificio.
Tres fases completan el proyecto, la restauración del edificio principal, derribar las adheridas y proyectar una nueva ampliación.
La ampliación fue diseñada por el arquitecto Nieto Sobejano y uno de los problemas que se encontraron era la disolución en el paisaje con el monte Urgell, la solución fue plantear
"un muro vegetal" , profundo y ligero, que se apoya en la diferencia topográfica existente, y que oculta en su interior dos pabellones que albergan las salas de exposición.
Pero, ¿cómo construir un "muro vegetal"? Proiek , es la empresa encargada de dar solución a la piel exterior del edificio, cubierta y fachada, formada por paneles de aluminio fundido con perforaciones en diversos ángulos, lo que da el aspecto vegetal a la fachada para integrarla en el paisaje del monte Urgell.
Para este proyecto
Proiek ha utilizado una innovadora maquinaria que permite ejecutar las perforaciones, sobre paneles de 8 mm de espesor en diferentes ángulos dejando un canto vivo en las aristas y otorgando profundidad para dar un acabado rugoso específico y lograr el efecto estético que se quiere conseguir.
La innovación de esta obra es la utilización de aluminio fundido (no se había utilizado antes de esta manera) en placas con diferente cantidad de agujeros para la fachada, en función de un diseño predefinido, ya que luego se implementa vegetación a través de los mismos, y placas ciegas de menor espesor para la cubierta.
En el apartado técnico, la complejidad radica en el trabajo in situ del material por un lado, ya que muchas piezas se ajustan a formas determinadas en la propia obra, y al montaje mismo de las fachadas, que deben quedar perfectamente alineadas en los encuentros entre ellas, y el posicionamiento de los diferentes marcos, que deben encajar perfectamente en los sistemas de cuelgue preparados con anterioridad al montaje.
"La unión entre las diferentes fachadas del Museo San Telmo se han realizado de manera independiente para mantener la continuidad de la fachada" comenta Francisco Javier Bascones, Jefe de proyectos de
Proiek con una dilatada experiencia en la ejecución de fachadas como la sede de la Caja Vital, la Fundación Sancho el Sabio en Vitoria, o la nueva Biblioteca de la UPV en San Sebastián.
La fachada se ha diseñado mediante la colocación de marcos de acero en los que van premontadas desde el taller las chapas de aluminio correspondientes, que luego hay que colocar en un determinado orden según el dibujo que los arquitectos han previsto.
Como dato a señalar en el montaje lo que resalta la complejidad de la obra es el cuidado con el que hay que tratar el material, ya que los cortes y ajustes no son los mismos que en el acero o aluminio. Las propias tensiones del material fundido y los nervios rigidizadores que lleva cada placa deben ser valoradas con mucho cuidado, y a veces, el ajuste de una pieza puede llevar más de 1 hora.
Se han utilizado más de 3.500 paneles fundidos en toda la obra, consiguiendo una envolvente novedosa, llamativa e impactante visualmente.