Empresa

Con motivo del Día Nacional de la Sostenibilidad, que se ha celebrado por primera vez en Portugal, el 25 de septiembre, la coordinadora de Sostenibilidad y Transición Climática de Bondalti, Susana Carvalho, ofrece su perspectiva sobre este concepto, su evolución y el importante camino que la empresa ha emprendido en este ámbito.

¿Por qué el concepto de sostenibilidad ha entrado de forma tan incisiva en el léxico empresarial en los últimos años?

Yo diría que más incisivamente tras la pandemia. De hecho, el concepto de "sostenibilidad" surgió en los años 60 con el Club de Roma, pero se retomó formalmente con la publicación del Informe Bruntdland en 1987 y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) en 1992: la Conferencia de Río.

Creo que el tema ha ido ganando relevancia progresivamente con las progresivas publicaciones del IPCC - Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, pero también a través de la fuerza de las Naciones Unidas con la definición de los 8 Objetivos del Milenio en el año 2000 y posteriormente los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015. Creo que este fue el primer gran salto cualitativo mundial. Los Objetivos del Milenio se centraban esencialmente en cuestiones sociales y estaban dirigidos a la acción de los Estados miembros y sus órganos de gobierno. Ahora, los ODS adoptan una visión muy holística de las cuestiones relacionadas con los ASG y, sobre todo, pretenden implicar a toda la sociedad. Las instituciones gubernamentales, las instituciones públicas, los particulares, el sector empresarial, el sector terciario, los colectivos y los individuos están llamados a emprender acciones concertadas con objetivos, metas e indicadores muy concretos que son objeto de un seguimiento eficaz por parte de las Naciones Unidas.

Y entonces llegó la pandemia mundial. Y entonces se produjo un nuevo salto, quizá aún más disruptivo, que puso definitivamente los temas ASG en la agenda, en la de los responsables políticos, los inversores, los gestores, los empresarios y la sociedad civil en general, pero especialmente entre las generaciones más jóvenes (Millennials, Generación Z, Alpha).

La pandemia ha "levantado el velo" sobre muchas cuestiones que la sociedad no se estaba tomando con la suficiente seriedad y urgencia. Y no se trata sólo de cuestiones medioambientales y de la crisis climática. También ha quedado claro que, incluso con la economía completamente parada durante meses, no seríamos capaces de alcanzar el ritmo de reducción de las emisiones de carbono necesario para evitar que la temperatura media mundial aumente por debajo de 1,5ºC.

Pero surgieron muchos otros temas: las disparidades sociales y la desigualdad de acceso a las oportunidades, la dificultad de los jóvenes y las niñas para acceder a la educación, las disparidades Sur-Norte en el acceso a la información y a los medios de comunicación, la escasez de acceso al agua potable, la pérdida de biodiversidad a un ritmo muy superior al normal...

En el sector empresarial, las dificultades se han ido intensificando y demostrando cómo estas cuestiones repercuten en la competitividad de las empresas. Han quedado al descubierto los problemas asociados a la globalización y a la especialización de la economía de cada nación, sobre todo en las grandes cadenas de suministro y logística, debido a la escasez de materias primas, materiales o incluso mano de obra cualificada. También han quedado al descubierto los riesgos asociados al cambio climático y la fuerte dependencia del capital natural, lo que ha llevado a las organizaciones a revisar urgentemente sus modelos de negocio para adaptarse, seguir siendo competitivas y garantizar su supervivencia en una nueva realidad que ahora empezamos a ver como un escenario mucho más probable de lo imaginado.

Cuando una empresa establece su estrategia de cadena de suministro, por ejemplo, ya tendrá que considerar escenarios de riesgo muy diferentes: riesgo climático, fallo en el suministro de materias primas clave, dependencia de los proveedores, grandes circuitos de transporte que repercuten en los resultados financieros y medioambientales, riesgos asociados a los derechos humanos, ética, entre otros.

Por no hablar del estrecho control de los organismos de financiación y las estructuras accionariales, así como de la estricta regulación, especialmente en la UE, que han ejercido una enorme presión sobre estos asuntos.

Las inversiones ya no se miden sólo en términos de rentabilidad financiera, sino también de rentabilidad ESG.

¿Cómo cree que están interconectados los tres pilares de la sostenibilidad: económico, social y medioambiental?

Es importante distinguir el concepto de "sostenibilidad" del acrónimo "ESG"(Environmental, Social and Governance). La sostenibilidad es un concepto fundamental más profundo y holístico. Podríamos decir que el concepto de sostenibilidad está relacionado con el propósito y la huella que queremos dejar en el mundo (impacto). En un lenguaje más empresarial, la sostenibilidad podría ser el"punto de equilibrio" entre el impacto negativo y positivo de una organización en el planeta y en las personas. Si una organización quiere pasar al "lado positivo", tiene que incorporar modelos regenerativos, es decir, devolver más de lo que saca.

El acrónimo ESG fue incorporado inicialmente por el sistema financiero y está estrechamente relacionado con el seguimiento de indicadores y la elaboración de informes sobre los tres pilares principales del rendimiento económico, social y medioambiental. Básicamente, representa cómo la organización recibe el impacto del mundo.

Pero, sin duda, no podemos hablar de sostenibilidad sin mencionar estos tres pilares. Es precisamente el equilibrio entre ellos lo que define la capacidad de una organización para ser sostenible (o no). No tiene sentido hablar de impactos ambientales sin hablar de las personas. El impacto que tenemos sobre la naturaleza afecta directamente a la calidad de vida de las personas. Por otro lado, la disponibilidad de materiales en la naturaleza es el capital que mantiene en funcionamiento la industria y la economía, con un impacto en los resultados financieros.

El solapamiento es constante, aunque tenga mayor impacto en uno de los pilares.

Por eso estos temas son tan complejos, totalmente transversales, nos tocan a todos y todos estamos llamados a participar. Nadie puede quedarse atrás.

¿Cómo pretende contribuir el trabajo de su equipo al desarrollo sostenible de Bondalti y al propósito de generar un impacto positivo en la sociedad?

El equipo de Sostenibilidad y Transición Climática es responsable de trabajar con todas las áreas de la organización para definir las estrategias y programas que nos permitirán alcanzar la ambición de Bondalti y nuestro propósito.

Tenemos la obligación de entender las necesidades y objetivos específicos de cada área para asegurarnos de que estamos unidos y "remamos" en la misma dirección. Pero también de aportar un lenguaje común, clarificar e implantar todas las herramientas necesarias para optimizar los procesos, de forma que los objetivos de cada departamento contribuyan eficazmente al compromiso global de Bondalti con la sostenibilidad empresarial.

Nos comprometemos a estudiar y buscar soluciones beneficiosas para todos que cumplan estos compromisos y ambiciones. Identificando las áreas en las que Bondalti tiene capacidad de generar un verdadero impacto ambiental y social positivo y canalizando todos los esfuerzos para que este impacto se produzca y alcance los resultados deseados no sólo a corto plazo, sino sobre todo a medio y largo plazo.

El futuro pasa esencialmente por la innovación sostenible. Repensar los procesos, los modelos de negocio y toda la cadena de valor para identificar alianzas, simbiosis y transformar los riesgos en nuevas oportunidades que se reflejen en resultados económicos, medioambientales y sociales.